martes, 13 de noviembre de 2012


El retorno de los milicos
EUDORO JAÉN ESQUIVEL
 


2012-11-13 — 12:00:00 AM — H e manifestado mi opinión, en público y en privado, de que todo país soberano tiene el derecho y la obligación de proteger su integridad territorial y para ese noble fin se necesitan ejércitos. También he manifestado que Panamá cuenta con ejércitos, si señores, ¡ejércitos!, salvo que aquí no los llamamos así, usamos eufemismos pretendiendo esconder su verdadera identidad, SENAN, SENAFRONT Y SPI. Además, hemos convertido la Policía en otro ejército. Si aún no se convencen, basta con presenciar los desfiles militares en los Días Patrios.

No tengo ninguna objeción a que Panamá cuente con ejércitos, lo que critico es la actitud de nuestros gobiernos de tomarnos por tontos y meternos el cuento de que se trata de ‘servicios de protección’. Aparte del grave hecho de que operan al borde del Orden Constitucional.

También hago distinción entre ‘militarismo’ y fuerza militar. Yo creo en una fuerza militar profesional, moderna, capaz, adiestrada para defender nuestra soberanía y no a labores de policía, respetuosa de nuestras leyes y rendir trato respetuoso a los ciudadanos. Yo creo en una Policía Nacional adiestrada para cumplir a cabalidad con su lema de ‘Proteger y Servir’, con trato formal y respetuoso al ciudadano, armada y capacitada com o policía y no como ejército. No creo en ‘militarismo’, o sea, el poder excesivo de los militares en el gobierno, particularmente cuando este se ampara en la política de ‘mano dura’.

Lo que veo en Panamá no compagina con mis conceptos de ejércitos y policías. Es una situación de alto riesgo a la permanencia del orden democrático en Panamá, que la fomenta la existencia de los mitos de que aquí no existen ejércitos, porque lo prohibe la Constitución y que nuestras Fuerzas Armadas están bajo el mando civil.

El mito de que aquí no existen ejércitos porque lo prohibe la Constitución permite lo que ha sucedido, la creación de ejércitos y guardias pretorianas a espaldas del orden legal, casi en la clandestinidad y, por lo tanto, ausente de vigilancia ciudadana y sobre todo fomenta el surgimiento del militarismo nefasto, de ahí ‘el retorno de los milicos’.

Más aún, preocupa el trato preferencial que se les concede a los milicos, les da una indebida beligerancia ante la sociedad civil, fomenta sus despliegues prepotentes, el recurso al uso impune de la fuerza bruta como único medio de control de disturbios, el trato tosco y grosero hacia el civil, que son claras manifestaciones del sentimiento de superioridad que siente el milico ante el civil.

Del otro mito, aquel que nuestras Fuerzas Armadas responden a jefes civiles, surge una situación paradójica, tragicómica, propia del país surrealista que somos, se invierte el orden de valores y los jefes civiles se convierten en más milicos que los milicos. Es tal el poder de hegemonía y permanencia que engendra el ‘militarismo’ que contamina a los jefes civiles. Quizás este sea el mayor riesgo para la sociedad civil.

Ya es hora de que los panameños empezamos a ver las cosas como son y empezar a destruir mitos. Los sucesos de Colón deben servirnos de ejemplo. Debemos despertar de la ilusión de que Panamá no debe tener ejércitos, fue una mala idea, y el retorno de lo milicos. Irónicamente, los gringos que destruyeron nuestro antiguo aparato militar, ahora estimulan, arman, adiestran y aplauden el retorno de los milicos.

Tendremos que iniciar un proceso de reforma a nuestro régimen castrense, por uno que acepte que el mundo moderno requiere fuerzas militares profesionales. Un proceso abierto que claramente restrinja las áreas de actividad de los ejércitos a fines estrictamente de protección a nuestra integridad territorial, que prohiba ejercer funciones de policía, como ahora lo hacen. Debemos desmilitarizar y devolver a la Policía a sus verdaderas funciones de orden público y respeto ciudadano.

Una última consideración, Colombia ha iniciado un proceso de pacificación, me pregunto ¿qué va a pasar con nuestros ejércitos si desaparecen las FARC como cuerpo armado?; ¿qué va a pasar con todo ese aparato militar que hemos creado para protegernos de ellos?; ¿cómo vamos a calmar el instinto bélico que le hemos inculcado a nuestras Fuerzas Armadas?; ¿contra quién vamos a pelear?; ¿será necesario todo ese equipo bélico para combatir el narcotraficante? Da qué pensar, ¿verdad?

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO. 

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