martes, 25 de septiembre de 2012

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Episodios de mi adolescencia (I)
EUDORO JAÉN ESQUIVEL
 
Episodios de mi adolescencia (I)
2012-09-25 — 12:00:00 AM — ‘ Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido, / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido; / Que no le enturbia el pecho / de los soberbios grandes el estado, / ni del dorado techo / se admira, fabricado / del sabio Moro, en jaspe sustentado!’.

No soy de los que creo que toda vida pasada fue mejor, no es cierto. Hoy vivimos con mayores comodidades, tenemos más salud, vivimos más y gozamos de mayor conocimiento académico; en lo único que podría decir que en todo tiempo pasado fue mejor es en la calidad de la Clase Política de hoy.

Admito, sin embargo, que añoro la vida de mi niñez en David, Boquete, La Atalaya y Puerto Armuelles. Cosas de la edad. Recuerdos que en gran medida, son inspirados por los versos iniciales de la obra Fray Luis de León, Oda a la Vida Retirada, que cito al inicio, y sobre quien aprendí en las aulas del Instituto Nacional y que representa la visión bucólica de la vida simple, despreocupada, de mi niñez. Aquel Fray Luis que luego de cinco años de prisión, condenado por el Santo Oficio, acusado de preferir la Biblia Hebraica a la Vulgata y haber traducido el hermoso poema del Rey Salomón, El Cantar de los Cantares, regresa a su aula de clases en Salamanca e inicia su primera lección diciendo ‘Decíamos ayer’... ¡Lindo ejemplo de temple moral y firmeza contra la maldad!

Tuve la fortuna de criarme en un David que siempre tuvo las comodidades de una vida moderna. Mejor que muchas poblaciones del hinterland panameño, el David, en que crecí, contaba con electricidad, teléfonos, alcantarillado, agua corriente potable en las casas y calles pavimentadas en su áreas céntricas. Todas esas obras se las debe la provincia a los González Revilla. A Carlos, por su visión progresista de dotar a David de electricidad y teléfonos. Construyó la primera hidroeléctrica del país que aún funciona. Alejandro, siendo ministro de Estado, impulso la construcción del sistema de alcantarillado y suministro de agua potable. Considero que los chiricanos hemos sido mezquinos en no darle justo reconocimiento a la contribución de los González Revilla al desarrollo de nuestra provincia. Pronto escribiré más sobre esa honorable familia.

En mi niñez no existía la televisión. Aparte de la lectura, juegos callejeros y paseos a los ríos y playas, nuestro entretenimiento era escuchar la radio. Escuchábamos Radio Progreso y CMQ de Cuba, sus novelas, sus programas de humor; es por eso que mis amigos cubanos se sorprenden de mi conocimiento de la Cuba de esa época. Además se leían las publicaciones cubanas Bohemia y Carteles. Los adultos escuchaban noticias internacionales. Recuerdo perfectamente escuchar en la radio el final de la II Guerra Mundial y la muerte de Hitler.

Existía el Ferrocarril Nacional de Chiriquí, creado por Belisario Porras, el primer y único ferrocarril estatal hasta nuestro ingreso al Canal. Contaba con recorrido de David a Puerto Armuelles y a Boquete y con ramales a Potrerillos, Divalá, San Andrés y al Puerto Pedregal, el final de la ruta marina David—Panamá. Mi padre fue jefe de Línea del Ferrocarril, reconocido en su época como la persona responsable de su buen funcionamiento. Hombre honrado a carta cabal, severo, pero de sentimientos nobles en su fuero interno. De él heredé su apellido que porto con orgullo, su sentido de honradez, su impulso a mi educación y mi afición por la poesía. Muchos que lo conocieron se sorprenderían de su gran afición a la poesía. Más tarde lo llamaría un cripto-romántico.

Viajar de David a Panamá era otra historia. Existía la ruta marina con servicio de cabotaje y pasajeros. Viajar por tierra era literalmente una aventura que vale otra entrega. Sin embargo, se viajaba por avión. Existía un servicio regular de vuelos de la Panamerican Airway, que no solo nos conectaba con la ciudad capital, sino que permitía viajar a cualquier punto del mundo con servicio aéreo de pasajeros. Esta gran ventaja de la Panamerican de escoger David se la debemos a Charles Lindbergh, el Águila Solitaria. Resulta ser que el fundador de PANAM le encomendó la tarea de crear la ruta de los futuros vuelos hacia el Cono Sur. Había limitaciones en las distancias que podrían recorrer los aviones de la época. Lindbergh recorrió Latinoamérica escogiendo sitios de aterraje, Escogió David por ser punto intermedio entre San José, Costa Rica y Ciudad de Panamá. El Águila Solitaria visitó David, aterrizó en el Llano La Primavera, escogido como nuestro primer aeropuerto. Mi primera visita a Panamá fue por aéreo. Aterrizábamos en Albrook bajo jurisdicción americana. Aún guardo la emoción de ese primer viaje en avión.

Recordar mi niñez es una especie de catarsis ante un mundo moderno mejor, pero lleno de tensiones, males y conflictos sociales, quizás algo de escapismo psíquico, pero lo cierto es que me crea una grata sensación de ‘purificación emocional’.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO. 

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